¿Dónde quedó la vida sana?
La situación actual por el virus COVID-19 hace que estemos más preocupados por protegernos de una manera rápida: mascarillas, vacunas, distanciamiento social, confinamientos… Las autoridades solo nos hablan de esta manera de protegerse, en algunos casos muy drástica, y a veces justificada por la alarma social y la situación de los hospitales.
Pero… ¿y si ponemos el foco en otro aspecto como es la salud de cada uno? Se ha demostrado que este virus, en principio respiratorio y a posteriori vascular, depende su actuación, grave o no, de la salud del individuo al que contagia. Es decir, el sistema inmunológico tiene un papel fundamental en la gravedad de la enfermedad y cómo afecta al enfermo en cuestión. De hecho, la vacuna se apoya en el sistema inmunológico para crear los anticuerpos necesarios.
Por lo tanto, nuestro sistema inmunológico es la clave de todo el asunto, si eres capaz de luchar contra el virus o no lo eres. Obviamente a medida que cumplimos años nuestro sistema inmunológico se va debilitando y de ahí que haya afectado y siga afectando a nuestros mayores mas intensamente. Por otro lado, y desgraciadamente también hay personas más jóvenes que su salud no es tan buena como cabría esperar y también el virus les afecta de una manera que incluso los lleva al hospital.
Teniendo todos estos aspectos en cuenta… la afirmación LLEVAR UNA VIDA SANA para luchar contra el virus, puede sonar hasta revolucionaria. Pero el hecho es que verdaderamente provoca una gran diferencia entre cómo se sufre la enfermedad, llegado el caso de tenernos que enfrentar a ella.
Alimentos como los frutos rojos, grasas naturales como el aceite de coco, todas las verduras y un sinfín de alimentos naturales hablan directamente con nuestro sistema inmunológico y lo refuerza. La vitamina C se ha demostrado que fortalece el organismo y ayuda a luchar directamente contra este tipo de virus.
Hay estudios, como el de la Clínica Mayo que indican la importancia de la vitamina D:
“Varios estudios recientes han considerado el impacto de la vitamina D sobre la COVID-19. Nuestro estudio de 489 personas encontró que aquellas que tenían una deficiencia de vitamina D tenían más probabilidades de tener un resultado positivo para el virus que causa la COVID-19 que las personas con niveles normales de vitamina D.
Otras investigaciones han observado altos niveles de deficiencia de vitamina D en personas con la COVID-19 que presentaron insuficiencia respiratoria aguda. Estas personas estaban a un riesgo significativamente más alto de morir. Y un estudio pequeño, aleatorio, encontró que de 50 personas hospitalizadas con la COVID-19 a quienes se dio una dosis alta de un tipo de vitamina D (calcifediol), solo una necesitó tratamiento en la unidad de cuidados intensivos. En contraste, entre las 26 personas con la COVID-19 a quienes no se dio calcifediol, 13 necesitaron tratamiento en la unidad de cuidados intensivos”.
El magnesio, selenio y zinc son fundamentales a diario y complementa el estado de salud óptimo para nuestro cuerpo. El ejercicio, algo tan simple como pasear.. respirar aire limpio y respirar profundo en el campo, dejar que el máximo de oxígeno llegue a nuestras células, y beber mucha agua.
Hay muchas acciones como estas que están en nuestra mano, y junto con las demás medidas podemos mantener no solo este virus, sino muchas otras enfermedades a raya.